viernes, 17 de agosto de 2007

Invitación

Amanece de forma brusca. El sol se inflama en un estallido cuando apenas se han disipado las marañas de sopor de la madrugada. Madrugada fugaz, incómoda, no mitigada por la brisa, pues no hay más brisa que la del ventilador que ronronea a los pies de la cama.
La oscuridad pasa rápida y es bulliciosa. El silencio pertenece, en verano, al día y a la siesta. Los papeles se han invertido en mi querido Jaén ¿cómo va a ser de otra forma?

Pero, ya sea paseando en la gris y lluviosa tarde de otoño, sorteando los charcos cerca de las vías del tren; ya sea derritiéndose bajo el sol inmisericorde de finales de julio, sorteando las hierbas amarillas del parque, miramos en derredor y no vemos a nadie. Bueno, sí, quizás un chaval que se apresura con la bici, o una señora vestida de casa que pasea a su perro con gesto desconfiado; algún anciano que camina, despacio, hacia ninguna parte… Pero, callados y extraños, pronto se pierden de nuestra vista por una esquina de la calle.

Sin nadie, pues, seguimos vagando por la ciudad. Otra tarde más. Y mientras tanto, sumidos en el hilo inacabable de nuestro pensar, vamos quemando una nueva semana, un nuevo mes, un nuevo año; "So, the fire is almost out and there’s nothing left to burn". Cuando el sol deje de recalentar nuestros sesos y de cegar nuestras pupilas, en un arrebato rebelde, quizás podremos levantar la cabeza hacia el cielo y conjurar el hastío y el cansancio.

Robémosle al olvido una migaja de su esencia y fijemos por escrito la frágil memoria de aquellos pensamientos y reflexiones que amenazan perderse para siempre. En su perpetuo hartazgo no lo notará, os lo aseguro.

Porque ante el olvido, vosotros, tanto como yo, preferís decir lo que Aquiles a Ulises: "Si retorno a mi hogar, en la muy amada tierra de mi patria perderé toda la gloria; pero llegaré a viejo, no asaltándome la muerte hasta transcurridos largos años. Si me quedo y combato al pie de la ciudad de los troyanos, no volveré jamás a mis dominios, pero mi fama será imperecedera" Quizás, con el ímpetu del primer envite, al calor de nuestra mutua compañía, la fuerza se incremente hasta rondar el umbral de lo que persiste en el tiempo.

¿Qué amigos, os atreveréis a cruzar de vuelta la tenebrosa ribera del Leteo? No lo dudéis, aquí os estaré esperando.

3 comentarios:

puñal dijo...

Hola, soy Juanramón registrándome

puñal dijo...

repitiendo comentarios

puñal dijo...

haber si sale de una vez